¿Por qué nos pasan estas cosas? Escribo en la mañana del viernes. No sé en qué terminará todo, pero la impotencia se ha convertido en el sentimiento nacional. ¿Por qué en una cancha resbalosa el único que se resbala es un chileno? ¿Por qué Gary Medel se hace expulsar y sienta un prejuicio sobre la chilenidad que resulta una bola de nieve que va descolocando a los muchachos chilenos? ¿Por qué perdemos la calma y nos viene el síndrome "Chino Ríos" y no sabemos hacer teatro, contener la respiración, manejar el partido y lanzamos la raqueta al piso? Estábamos jugando un posible tercer lugar, también era una excepción, todo igual podía tener un final feliz. Hoy es imposible, da lo mismo si hubo o no hubo partido con Austria, da lo mismo si se ganó o se perdió, la Rojita probó ser un muy lindo equipo pero falto de madurez para tolerar la catástrofe, como es habitual en nuestro estilo de vida. Nos irritamos, nos agitamos, nos enojamos y terminamos en un autoboicot que, encima, compró la policía y terminó en una persecución absolutamente inusitada como para llevarlo a las más altas esferas y castigar a un país que castiga a nuestros jugadores por el solo hecho de no poder contenerse en sus frustraciones.
No es el primer árbitro que conozco que las agarre casi con racismo contra un equipo. No es la primera vez que veo un equipo argentino que mañosee y juegue trucando las faltas y ensuciando el deporte para conseguir resultados. Es parte de las leyes sucias del juego. Todo juego tiene sus trampas y los equipos argentinos saben manejarlo bien. Nos cuesta tanto ir perdiendo. Hace mucho tiempo no veía un equipo chileno a nivel de selección jugando tan bonito, por el suelo, a ras de piso. Anoche vino el pelotazo, la desesperación, el descontrol. Hace unos días, un muchacho portugués le quitó de un manotazo la tarjeta al árbitro y terminó llorando. No es propiedad nuestra sino de la edad el descontrol emocional. Pero la batalla campal afuera del estadio precisa sanciones y explicaciones bien claras.
Vaya tarea para las nuevas autoridades del fútbol chileno. Harold Mayne-Nicholls estuvo inmerso en todo el proceso de limpieza del condorazo vergonzoso de años atrás. Hoy, el condoro es de los canadienses. ¿Por qué nos pasa a nosotros? ¿Por qué caemos en las trampas, mordemos el anzuelo, hacemos el gesto de más y nos cae la pateadura más grande? ¿Hay que presentarse a jugar con Austria? El castigo puede ser mucho peor. Ojalá saquemos un rasgo de amor propio que nos permita demostrar en la cancha los errores de tanta autoridad que se ensañó con nosotros. Ojalá nos venga esa fiereza chilena que alguna vez hemos sacado, tan poco acostumbrados al triunfo que cuando se nos asoma nos vienen los nervios y el boicot nos sale solo. Estamos muy enojados, golpeados, humillados, irritados. Cabeza fría, para todos. Éste es un episodio de esos que uno termina contando a los nietos. Terrible memoria que ojalá el sábado haya conjurado. Yo dormí con los dientes apretados. Tenemos algún día que aprender a ser más fríos y no mirar nuestra historia de perdedores, sino ver las nuevas energías que podemos convocar. Vamos que se puede. Y no aguanto más a los comentaristas de partidos chilenos. Sus frases favoritas son “Ayayay, esto no me gusta, estamos sufriendo”, y el esperanzado “sólido en el fondo” de nuestro ícono nacional, Pedro Carcuro. Vamos, sin miedo, sin ayayay, con rabia de la buena, sin picarse, remontando el marcador en contra, la paliza, la ira, vamos que se puede. Nunca más nos haremos expulsar por desesperación. Cien veces en la pizarra, como Bart Simpson. Nunca más me veré como un perdedor irritado si no me resultan las cosas. Otras cien veces. Talento hay, falta maña. Y lo de la policía… Eso que lo vean las autoridades superiores. Feo, feo. Pero nada de ayayay.
FUENTE: http://www.lnd.cl/
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