Piñera tiene dos posibilidades, una es que tenga un déficit atencional nunca tratado y la otra es que su ego llegue a un punto que lo desborda y lo sobrepasa sin tener él su propio control sobre sus palabras y sus dichos.
Nada nuevo tendría decir que estas últimas semanas los dichos y las frases del empresario candidato han sido por decir lo menos desafortunadas y de mala monta, esta es una señal que nos indica una personalidad ansiosa que no escucha a quienes lo rodean, pues cuesta creer que sus asesores comunicacionales lleguen a tal nivel de estupidez. Piñera ha entrado en una dinámica donde cada día que pasa se acerca cada vez más al Silvio Berlusconi de Italia más que a Barack Obama de Norteamérica.
El candidato debe ser alguien que inspire y que transmita respeto y acogida, que más que hablar sea capaz de escuchar y de conectarse emocionalmente con quienes se acercan a él o ella con el objetivo de conocerlo y de vivirlo, que pueda transmitir con claridad sus ideas que vayan más allá del sentido común y de los lugares comunes donde habitan los lenguajes y las ideas de todos nosotros. Nada de eso presenta Piñera en su rol de candidato, y es extraño pues una persona que ha tenido un éxito importante en el campo empresarial debiese haber desarrollado ciertas competencias que le permitiesen llegar al nivel de desarrollo que conocemos del candidato empresario. Pero no. Piñera no acierta y no es capaz de tener un éxito comunicacional que resulte de peso y que sea importante.
Su lucha es con él mismo, no es con Freí ni con otros candidatos.
Debe ser atroz darse cuenta que uno es su principal enemigo, que son sus propios fantasmas sus principales contendores, que sus propios demonios lo destruyen a uno. Y eso le ocurre al candidato de la derecha, acostumbrado a ganar y tener lo que quiera, a contar a su lado con las cabezas agachas que dicen que si a todo, Piñera ha entrado en un plano que el desconoce y que seguramente no debe comprender: el dinero no lo es todo y no todo se consigue con dinero.
Súmele a esto las características canibalescas y el nulo sentido de bien común de los partidos de la derecha y tiene un escenario que en la medida que avance el tiempo será cada vez más grotesco y de dudosa virtud. De esto se ha dado cuenta Longueira, por eso su retiro.
“Ha sido una semana difícil, pero vamos a empezar una semana llena de colores y llena de alegrías. Yo al menos estoy muy entusiasmado” (La Tercera, 22.04.2009). He aquí las palabras vacías, sin sentido, hablándole a nadie, sin ningún contenido, sin ninguna capacidad de convocar y emocionar a alguien. Un discurso de un hombre que sigue siendo un niño, un niño que quiere jugar pero que se acostumbro a colocar las reglas y a tener la pelota hasta que se aburriera o se enojará.
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