Era sólo el comienzo, pero aún así le aterraba.
Su cuerpo se mecía entre el viento y la suave brisa del mar de verano, sus ojos se perdían entre olas y espuma blanca, su cara sentía las gotas saladas rebotar y escurrir por sus mejillas y su nariz, su corazón bombeaba la sangre nuestra de cada día con más fuerza que nunca. Supo entonces que sólo era el comienzo, pero aún así le aterraba…supo entonces que era momento de ponerse a caminar y sus pies, y su esqueleto, y sus músculos, y su respiración y su mente le dijeron – “Anda y camina”. Y entonces comenzó la travesía.
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