INSTRUCCIONES PARA CAMBIAR EL MUNDO
I. Constrúyase un cielo más bien cóncavo. Píntese de verde o de café, colores terrestres y hermosos.
Salpíquese de nubes a discreción.
Cuelgue con cuidado una luna llena en occidente, digamos a tres cuartas sobre el horizonte respectivo. Sobre oriente inicie, lentamente, el ascenso de un sol brillante y poderoso. Reúna hombres y mujeres, hábleles despacio y con cariño, ellos empezarán a andar por sí solos. Contemple con amor el mar. Descanse el séptimo día.
II. Reúna los silencios necesarios.
Fórjelos con sol y mar y lluvia y polvo y noche. Con paciencia vaya afilando uno de sus extremos. Elija un traje marrón y un pañuelo rojo. Espere el amanecer y, con la lluvia por irse, marche a la gran ciudad.
Al verlo, los tiranos huirán aterrorizados, atropellándose unos a otros. Pero… ¡no se detenga!… la lucha apenas se inicia.
LAS DEFINICIONES
El Mar: Es ancho y húmedo, salado. Se mira siempre de frente y con entereza. Al final uno sale limpio e invencible.
Amar sigue siendo difícil… andar también. En el mar hay muchas cosas, pero sobre todo hay agua, agua, siempre agua. Recuerde: no hay sed que se la beba…
El poeta: Sus primeros poemas son siempre maldiciones (los que siguen también). Se enamora seguido y cae con la misma frecuencia. Se levanta despacio sobre papel y tinta. Por reír mejor llora.
Está en peligro de extinción.
El viento: El verdadero capitán del mundo. Dirigiendo polvo y caminos se divierte con nosotros y, dicen, no lo pasa tan mal.
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