lunes, 26 de enero de 2009

CON EDUARDO FREI NO BASTA

Con Eduardo Frei la Democracia Cristiana encuentra un sentido que le permite inyectar un enorme tanque de oxígeno en sus precarias articulaciones. Aún así está claro que su más probable nombramiento como candidato de los cuatro partidos de la Concertación, su posible campaña presidencial asociada a los procesos eleccionarios de diputados y senadores y la capacidad de articular un programa presidencial moderno y con una mirada de futuro para Chile no serán condición suficiente para que la luz al final del túnel comience nuevamente a brillar para los herederos de la Falange.

Tras su nombramiento se coloca en juego una clara tensión que los demócratas cristianos deben resolver con valentía y con claridad, para ser capaces de sobrevivir y rearticularse con optimismo a los nuevos momentos que vendrán. Es la tensión de regular y sobrellevar con madurez y prestancia la convivencia interna y la capacidad de aportar nuevas ideas para una ciudadanía que exige salidas creativas, justas y eficaces a los momentos que vivimos.

Sobre lo primero, quiérase o no, al interior de una parte importante de sus cuadros militantes se ha instalado una dinámica marcada por características instrumentales y pragmáticas, donde en algunos casos incluso se ha sobrepasado los límites posibles llegando a casos por todos conocidos de corrupción y mal uso de la fe pública. Es esta dinámica, que en algunos momentos ha llegado a ser autodestructiva y que ha tenido en Adolfo Zaldivar su expresión limite, la que debe ser reparada y desaprendida para dar paso a una nuevo mapa de convivencia interna, un mapa marcado por nuevos relatos sobre la forma de relacionarse y de resolver los conflictos sea un aprendizaje que permita retomar la senda de los fundadores, pero con el conocimiento y las luces que nos da el siglo XXI. Se trata de realizar un amplio ejercicio de reparación cívica partidaría que permita por una parte reparar los daños internos y que por otra parte conecte nuevamente los sentires de la democracia cristiana con los sentires de la población, en especial de aquellos que menos tienen y que más han esperado durante estos años de gobierno de la Concertación. Es un desafío no menor y que no puede eludirse producto de la emergencia de la coyuntura, al contrario es este el momento para reactivar los distintos canales formales e informales existentes que permitan revitalizar la convivencia al interior de la DC, posibilitando con generosidad la discusión sana e inteligente, la controversia necesaria y enriquecedora como la capacidad de reinventar nuevos códigos que permitan superar la condición de partido en crisis que por tantos años se ha escuchado.

Sobre lo segundo, lo de las nuevas ideas, es extraño por decir lo menos que el proceso de discusión llevado adelante donde los demócratas cristianos colocaron y construyeron una mirada de mediano plazo sobre Chile al pensarlo para veinte años más, sea hoy casi un recuerdo más que una herramienta que le permita volver a conversar nuevamente con la sociedad cara a cara, reconociendo sus múltiples rostros y vivencias, valorando la diversidad y la riqueza de las distintas expresiones sociales y de representación de intereses que existen.

Pensemos sólo en las cuatro ideas fuerzas vitales que la democracia cristiana plasmó en el papel producto de dicho evento: construir un país para todos a través de una estrategia de desarrollo integral, hacer de Chile un país reconocido por la calidad de su política, poner al país a nivel de un liderazgo internacional y hacer de Chile un lugar donde valga la pena vivir. En estas cuatro ideas se podría sustentar un nuevo relato que colocará nuevamente en sintonía con las voces de los ciudadanos, reconociéndolos y asumiéndolos, haciéndolos parte del discurso y de la acción, pero se sabe que de eso poco hay y queda mucho por hacer. He aquí un desafío enorme pues siendo esta una tremenda oportunidad sustentada en la posible candidatura presidencial de Freí, no estará en el candidato presidencial el revitalizar la campaña de la democracia cristiana, sino que al contrario será la propia campaña DC la que deberá reencantar con humildad y con sabiduría, así como con ideas nuevas y progresistas, las emociones y esperanzas de las chilenas y chilenos.

Las crisis siempre son oportunidades. De eso la experiencia humana diaria nos enseña, bueno sería que la DC y sus militantes abrieran sus ojos y corazones para dar un vuelco a su historia, la historia actual, que por más tanques de oxígenos que tenga lo que necesita es curar su alma, el alma de su propia existencia.

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