jueves, 21 de agosto de 2008

EDUCACION PÚBLICA: DISCURSOS Y CONTRADICCIONES. (A modo de borrador)

Es extraño por decir lo menos. En la practica discursiva de quienes hablan y construyen la política de nuestra sociedad, específicamente quienes habitan el Congreso Nacional, se aprecia una profunda e insana relación sobre sus propias discursos cotidianos y sobre aquello que dicen realizar en su labor legislativa.

Ellos viven en una clara dicotomía que queremos revelar en un tema en particular; la educación

Estamos prontos a que el Parlamento a través del Senado defina y de luz verde para la nueva Ley General de Educación, la cual ha tenido como uno de sus principales temas de discusión el concepto de educación pública. Hemos escuchado a más de algún diputado o senador esgrimir argumentos a favor o en contra de esta abstracción que pareciese no es tan fácil de definir. Sus discursos, el discurso oficial del poder se escribe con palabras como igualdad y oportunidades, aprendizajes y calidad, eficiencia y globalización, participación y transparencia.

Es en ese momento que surge una pequeña pero significativa duda, una duda que no permite vincular esos discursos públicos con los discursos privados de los legisladores, una duda que no se encuentra resuelta o que quizás avergüenza resolver. Pregúntese por favor lo siguiente, recuerde si es tan amable en este último tiempo cuantos congresales han establecido su discurso sobre la importancia de la educación pública desde la experiencia concreta que significa educar a sus propios hijos o hijas en algún liceo o escuela que pertenezca a ese segmento llamado educación pública, divague en su memoria y busque recordar a algún parlamentario señalando de su vivencia como apoderado de un colegio municipalizado de Arica o de Santiago, de Concepción o de Punta Arenas. ¿Se recuerda?

Que pasaría si preguntamos a nuestros congresales cuantos de ellos y ellas tienen a sus hijos en algún colegio o liceo municipalizado o cuantos de ellos y ellas han matriculado a alguno de sus herederos en un establecimiento educacional que se financia con aportes del Estado. Seguramente nos encontraríamos con una gran sorpresa, que todos palpamos o visualizamos con absoluta claridad.

Aventuremos una respuesta, la gran mayoría de ellos ha optado u opto por la educación privada como posibilidad de espacio educativo para sus hijos. ¿Legitimo?, claro que si, pero contradictorio por decir lo menos pues ellos definen lo público, aquello que involucra a la gran mayoría de nosotros si tener conocimiento de causa, sin contar con la experiencia vivencial que significa tener a un niño o una niña en un espacio educativo que esta en permanente crisis y cuestionamiento y que claramente como dice Giroux (1990) tiene como objetivo primordial el mantener y reproducir el actual estado de cosas en un mundo caracterizado por el mercado y el capitalismo. Mientras los hijos de nuestros honorables congresales ingresan a un mundo educativo donde se les educa para seguir perteneciendo a las elites nacionales, los parlamentarios dictan leyes educacionales que no afectarán a los suyos, pero que claramente repercutirán en nuestros hijos y nietos privándolos de acceder a esa educación, aquella que si es de calidad pero que no llega ni llegará a los nuestros.

En el discurso ellos hablan e interpelan, establecen y definen, resuelven y ratifican; pero, y este pero si que es importante, al entrar en el mundo de sus discursos privados, el de sus conversaciones cotidianas y de sus representaciones simbólicas, la educación pública entendida como aquella que radica en la esfera municipal o subvencionada no existe y no es parte de su lenguajear, pues en ese espacio el discurso educacional da cuenta de un sistema que si brinda oportunidades, donde se aprende y amplia el mundo, y donde existe la infraestructura, los recursos, la tecnología y los profesionales adecuados.

He aquí el dilema, la distancia que se instala entre el mundo de quienes hacen la política y sus leyes y de aquellos que la vivimos en carne propia cada día. Es la brecha que cada vez se hace más lejana y con nulos puntos de intersección y que nos asfixia de forma permanente haciendo cada vez más incierta una clara y digna salida a la petición de una educación pública para todos y con todos.

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