I)Diagnóstico del Chile actual
Nos declaramos disconformes con el modelo económico y social que predomina en nuestro país y contrarios al modelo político institucional amparado en la actual Constitución Política de Chile - herencia de la Dictadura pinochetista - que mantiene aún las leyes de quórum calificado, entre la que se cuenta la Ley Electoral, sostenedora del sistema binominal de elecciones parlamentarias.
Asumimos una postura autocrítica reconociendo nuestros errores y desaciertos, como Partido, que se manifiestan en el modelo de desarrollo vigente en Chile. Nuestro país es más consumista y materialista. Chile sólo ha cambiado en lo accesorio, con un sistema que tiende a la concentración de poder y la exclusión, principalmente emanado desde el poder económico y la injusta distribución del poder político. Ha sido nuestra la responsabilidad de tener hoy día a los jóvenes distantes de la política y una comunidad de hombres y mujeres que sienten - no sin poca razón - a su clase política distante, extraña y, en muchos casos, corrupta.
Estamos frente a una sociedad inestable, excluyente y economicista con una atomización de las decisiones, en pequeños espacios públicos y en cúpulas partidistas, lo cual constituye un obstáculo primordial en la construcción de un Chile justo y democrático. Estamos frente a un modelo político que ha promocionado el modelo neoliberal como modelo imperante de nuestra sociedad, colocando al individuo por sobre la comunidad. Los grandes desafíos son la injusta distribución de las riquezas nacionales, la falta de igualdad de oportunidades y la descomposición de la participación comunitaria en el Chile actual.
Como chilenos y como parte integrante de la Coalición gobernante de los últimos 20 años, tenemos que hacernos cargos de las consecuencias y los efectos de los dos terremotos que hemos vivido: El cataclismo del 27 de febrero y la derrota electoral frente a la derecha chilena.
Después de esos veinte años de gobiernos de la Concertación y con el actual gobierno de la derecha nos enfrentamos a un cuadro de crisis de conflictos de intereses, una crisis valórica y gran falta de credibilidad en las instituciones democráticas. Se ha impuesto un sistema social asistencialista y, la verdad de las cosas, se construye a través de los medios de comunicación afectando la construcción cultural y valórica del país.
Existe una incertidumbre social y personal y un fuerte debilitamiento de las organizaciones sociales.
El terremoto no hizo más que desnudar a un país donde siguen existiendo grandes diferencias sociales y colocando en el centro la ausencia de fraternidad social, la pregunta que se hiciese el Padre Hurtado si Chile era un país solidario es una cuestión que sigue sin respuesta. Por otro lado nos permitió confirmar el centralismo de la organización del país planteándose como unas grandes tareas pendiente la profundización de la regionalización y la modernización del Estado.
II)Rol de la política y del PDC
Concebimos a la Democracia Cristiana como una herramienta de transformación social y afirmamos nuestro compromiso para que sea un instrumento eficaz de justicia y cambio, en especial de los sectores más postergados del la nación. La política, y en especial aquella que se basa en el sustrato cristiano, tiene que ser dignificada desde la acción. Debemos escuchar las señales dadas por el pueblo chileno en la última elección.
Encontramos que el individualismo de la sociedad se impuso en la cultura interna del PDC. La sociedad chilena y las bases de la Democracia Cristiana piden un cambio de nuestras prácticas políticas, de nuestra forma de resolver los conflictos, de la manera de construir y hacer política, en especial de quienes han asumido cargos de representación parlamentaria o de conducción nacional de la Democracia Cristiana. Nos hemos vuelto un partido de familias y apellidos, de poder económico y de influencias dejando atrás la visión de comunidad que nos dejaran Frei, Leighton y Tomic.
Queremos ser claros, el Partido Demócrata Cristianos se ha desmantelado en su estructura interna, territorial y funcional, con una orgánica cada vez más débil y de menos presencia en los mundos poblacionales, sindicales, universitarios y profesionales. Estamos frente a un estado donde nuestro raigambre valórico se encuentra debilitado, falta formación de conciencia democrática y se extraña la formación doctrinaria.
Uno de los elementos centrales que nos ha afectado nuestra credibilidad política es dejar pendientes los acuerdos del V Congreso Ideológico y Programático; ejemplo de lo anterior es la ausencia de voluntades políticas para crear un sistema previsional de reparto alternativo o, a lo menos, la AFP estatal y el hecho que se mantuvo la postura a favor del lucro en la educación financiada por el Estado en la LEGE. Esto se agudiza hoy día cuando estamos frente a la inexistencia de espacios e instancias de debate que tengan como finalidad discutir la contingencia nacional y los graves momentos que hemos vivido.
Declaramos nuestra convicción de que a la Democracia Cristiana le corresponde jugar un rol protagónico como partido político opositor al gobierno de la derecha donde se debe ejercer un rol fiscalizador de las actuaciones del poder ejecutivo, una clara e irrestricta defensa de los derechos ganados por el pueblo chileno en años y años de lucha por mejorar las condiciones sociales y ser un eje central en la reconstrucción nacional.
III)Componentes para un Plan de reconstrucción nacional
Es un imperativo ético ser parte del debate y las acciones de la Reconstrucción nacional, el cual debe tener un sentido y un propósito con el Chile que queremos.
Dicho plan debiese tener como eje central la participación de las comunidades más afectadas y un claro componente de bien común por sobre los intereses económicos, debe centrarse en una perspectiva nacional con respeto por lo regional y por la participación de la sociedad civil, empresas, actores sociales y el conjunto de la comunidad. Se debe asumir el valor de la participación como un componente determinante de la reconstrucción.
En ese sentido, la Democracia Cristiana debe impulsar, promover y colaborar con acciones ciudadanas destinadas a la reconstrucción, preocupándose de que sean acciones que involucren a todas las regiones.
Un eje central de la reconstrucción debería ser el fortalecimiento de los municipios y las organizaciones sociales, principalmente las Juntas de Vecinos.
Se debe generar una institucionalidad y plan permanente de contingencia frente a cataclismos que considere la prevención, la respuesta de emergencia, la reconstrucción y la generación de un Fondo permanente para responder frente a las necesidades como consecuencias de estos fenómenos.
Bajo ningún aspecto se deben retroceder en las conquistas sociales del pueblo chileno, ni tomar medidas que afecten a la calidad de vida de sus habitantes.
El financiamiento tiene que considerar un aporte sustantivo de las grandes empresas del país, una nueva política hacia la utilización de nuestros recursos naturales, principalmente el cobre, que implique un rol más activo del Estado chileno. No se debe vender empresas del Estado para financiar el plan de reconstrucción.
Finalmente el Estado debe ser el principal gestor de la reconstrucción nacional.
IV)Cambios al interior del PDC
Reivindicamos la discusión y la discrepancia política entre los demócratas cristianos asumida en un ambiente de fraternidad partidaria.
En el PDC se da cuenta de la crisis manifestada en la nula participación de las bases demócratas cristianas en la toma de decisiones, una oligarquización del Partido nunca antes vista y una carencia de responsabilidad política de las autoridades partidarias que son calificadas como ilegitimas y antiestatutarias, en especial su Directiva y Junta Nacional.
Se plantea la necesidad de instancias de diálogo entre dirigentes políticos, las bases demócratas cristianas y la comunidad.
Abiertamente abogamos por una democratización del PDC cambiando los estatutos del partido, elecciones directas en primarias de los cargos de elección popular y potenciar las provincias y regiones.
Se debe iniciar un proceso de depuración del padrón electoral interno conforme con una definición del rol del militante. Consideramos que se debe recuperar la dignidad del militante.
Se debe construir un discurso y proyecto nacional que tenga presente las elecciones municipales del 2012.
Se deben generar condiciones para la formación doctrinaria y política, promover el debate interno, desterrar las oligarquías partidarias y retomar con fuerza los acuerdos programáticos del V Congreso Ideológico y Programático. Se debe recuperar la simbología e identidad partidaria. Reposicionar las escuelas de formación política y que se exija, efectivamente, la premilitancia de, a lo menos, un año para medir el nivel de compromiso de los futuros militantes.
La comuna tiene que ser el centro del trabajo político partidista, promoviendo la vida de las bases partidarias. La militancia en los Frentes, Departamentos o Núcleos funcionales no puede ni debe justificar la no participación en dicha estructura.
Finalmente mantenemos nuestro compromiso con la profundización democrática, la defensa permanente de los Derechos Humanos y la promoción del poder comunitario como pilares fundamentales de nuestro accionar político sustentados en los valores y principios de la Democracia Cristiana.
V)Acuerdos para un marco estratégico
Los militantes de base del Partido Demócrata Cristiano, sostenemos que se debe iniciar el proceso de conformación de un Movimiento de Refundación del PDC, que vaya definiendo participativamente instancias de debate de las bases demócratas cristianas en la construcción de una estrategia común conforme a los objetivos planteados en el presente documento. Se establecerá una coordinación del movimiento que diga relación con las diversas líneas de acción y que recoja la participación regional. Se convocará a Encuentros regionales y a un segundo Encuentro nacional donde se profundice sobre la refundación del PDC.
Se promoverá por los diversos medios y en las bases demócratas cristianas el presente documento.
Se impulsará un conjunto de medidas para la Refundación del PDC, destacándose la de promover una profunda modificación de los Estatutos, una completa revisión de los padrones de militantes, una modernización de las estructuras y comunicaciones internas y el reimpulso los acuerdo del V Congreso del PDC como una carta de navegación política.
Finalmente se plantea la renovación y refundación de la estructura partidaria bajo la premisa de más participación en la democracia cristiana para lo cual se hace imperioso llevar adelante el sistema de “un militante un voto” como forma de profundizar y ampliar los canales de participación interna y la revisión en profundidad de la actual orgánica partidaria. En tal sentido se plantea, como tarea urgente, que la nueva directiva nacional, que surja del proceso eleccionario interno, tenga como mandato central la refundación de la democracia cristiana.
Movimiento Refundación PDC
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